En la orilla de un río: Vivencia
Me encuentro sentado en una pequeña roca junto al río con los
pies dentro del agua, a principio del mes de agosto, y hace bastante calor.
Observo detenidamente todo lo que se mueve a mí alrededor. Una hormiga que
camina muy de prisa en solitario, parece desorientada, llega hasta donde me
encuentro junto al agua, de pronto da media vuelta, agita sus antenas, y sube
por el extremo de una caña, hasta la punta donde se le acaba el camino y por el
otro extremo baja, parece pérdida, se para de nuevo, agitando sus antenas y al
suelo baja, vuelve a subir por la misma caña. ¿Querrá cruzar el río? Mientras
un gorrión chapotea en el agua sacudiendo sus alas, a la rana espanta, dando un
gran salto se sumerge en el agua. Gritan en el camino y al gorrión espantan.
Este levanta el vuelo, y a lo más alto de un pino, en una rama se para.
Cautelosa la rana saca la cabeza del agua, observa con sus ojos saltones que
pase el peligro para salir a la orilla del río, como hacen todas las ranas.
Mientras, muy cerca del río, entre dos matojos, teje su tela la araña. Yo
permanezco quieto, en silencio observando todo lo que allí pasa. La araña
aguarda inmóvil escondida en su nido que algún pequeño viajero en su red caiga.
¿Qué hará la hormiga que ya no la veo, que subía y bajaba de la caña? ¿Habrá
encontrado el camino? ¿Bajará el gorrión de lo alto de la rama para bañarse
otra vez en el agua? ¿Saldrá la rana cuando pase el peligro a tomar el sol
fuera del agua? ¿Habrá caído algún incauto viajero en la tela de la araña? ¿Volveré yo a la orilla del río para poderlo
ver mañana?
J.G. Martín
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